Castilla-La Mancha es heredera de la antigua región de
Castilla la Nueva a su vez, fue continuación de la antigua Taifa de Toledo que
fue una de las taifas de Al-Ándalus cuya capital fue conquistada por Alfonso VI
de Castilla en 1085. Posteriormente se reconquistaron las tierras de Cuenca, en 1177, y el resto meridional, que comprende el Campo de Calatrava, el Valle de Alcudia, y el alfoz de Alcaraz (Campo de Montiel y Sierra de Alcaraz), que serían consolidados en tiempos de Alfonso VIII de Castilla; estas últimas, a partir de la batalla de Las Navas de Tolosa, en 1212. Desde ese momento la historia de Castilla-La Mancha se funde con la del resto del Reino de Castilla, del cual pasa a formar parte.
La Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha surgió como tal,
el 15 de noviembre de 1978 al constituirse como ente preautonómico.
Su polémica denominación vino motivada por la falta de una identidad regional sólida que pudiese hacer frente a los provincialismos, que estaban fuertemente arraigados, lo que provocó la existencia de dos tendencias regionalizadoras: una pretendía la constitución de una Comunidad Castellana cuyos límites iban más allá del Sistema Central; y la otra, pretendía la constitución de una Comunidad Manchega formada por las provincias por donde se extiende esta región, tomando como precedente histórico, en parte, el antiguo núcleo de tierras que comprendía la provincia de La Mancha, declarada en tiempos de Carlos III.
Su polémica denominación vino motivada por la falta de una identidad regional sólida que pudiese hacer frente a los provincialismos, que estaban fuertemente arraigados, lo que provocó la existencia de dos tendencias regionalizadoras: una pretendía la constitución de una Comunidad Castellana cuyos límites iban más allá del Sistema Central; y la otra, pretendía la constitución de una Comunidad Manchega formada por las provincias por donde se extiende esta región, tomando como precedente histórico, en parte, el antiguo núcleo de tierras que comprendía la provincia de La Mancha, declarada en tiempos de Carlos III.
Su Estatuto de Autonomía fue aprobado el 10 de agosto de
1982 (L.O. 9/1982, de 10 de agosto, que entró en vigor el 17). Hoy en día
podríamos definir a Castilla-La Mancha como las tierras de la antigua Corona de
Castilla situadas geográficamente en torno a La Mancha, que se extiende por
parte de cuatro de sus provincias, más la provincia de Guadalajara. Por lo que,
históricamente es heredera de la región de Castilla la Nueva, que con
anterioridad a las divisiones provinciales comprendía aproximadamente el actual
territorio castellano-manchego más la Comunidad de Madrid, provincia que
finalmente no fue incluida en Castilla-La Mancha por motivos económicos y
demográficos.

