Antiguamente servía como sustituto de la miel o la caña de azúcar, cuando estas escaseaban, ya que el arrope permite endulzar los platos. En definitiva, era una forma de cocinar dulce sin utilizar azúcar.
Esta golosina se guarda como cualquier conserva. Gracias a su alto contenido en azúcar se mantiene dos o tres meses en buen estado, a temperatura ambiente. Si se guarda en el frigorífico, puede durar hasta un año.
Es típico endulzar las gachas, creps o galletas con este manjar.
También sirve para condimentar frutas, ensaladas o verduras. Por ejemplo, es idóneo sobre unas berenjenas fritas. Es un condimento genial para asados de carnes, mezclando el arrope con el propio jugo del asado.